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peligro.
Y todos los niños hablaban con su ángel de la guarda, hasta que llegaba el
famoso día en que los padres notaban que su hijo hablaba con gente que «no existía».
Entonces, la intriga les podía, le echaban la culpa al exceso de imaginación infantil,
consultaban a pedagogos y psicólogos, y llegaban a la conclusión de que el niño debía
acabar con aquel tipo de comportamiento.
Los padres siempre insistían en decirles a los niños que los amigos invisibles no
existían, tal vez porque olvidaron que también ellos hablaron con ángeles un día. O,
quién sabe, pensaban que vivían en un mundo en el que ya no quedaba lugar para los
ángeles. Desencadenados, los ángeles volvían a la presencia de Dios, sabiendo que no
podían imponer su presencia.
Pero un nuevo mundo estaba comenzando. Los ángeles sabían dónde estaba la
puerta del Paraíso, y conducirían hacia allí a todos los que creyesen en ellos. Tal vez ni
tan siquiera necesitaban creer, bastaba con que necesitasen a los ángeles, y ellos volvían
con alegría.
Paulo se pasaba las noches imaginando por qué Vahalla se comportaba de
aquella manera, Retrasando las cosas.
Chris conocía la respuesta. Y las Valkirias también la conocían, sin que nadie en
el grupo hubiese hecho ningún comentario al respecto.
Chris esperaba el golpe final. Tarde o temprano ocurriría. Por eso la Valkiria no
se había librado de ellos, no le había enseñado el resto del encuentro con el ángel.
Una tarde comenzaron a parecer enormes montañas en el lado derecho de al carretera.
Después, el lado izquierdo también se fue llenando de montañas, de cañones, mientras
una gigantesca planicie de sal, que brillaba mucho, se formaba en el medio.
Llegaron al valle de la muerte.
Las valquirias acamparon ceca de Furnace Cree, el único sitio, en muchos
kilómetros a la redonda, en el que se podía conseguir agua. Chris y Paulo decidieron
quedarse con ellas , por que el único hotel del valle de la muerte estaba lleno.
Aquella noche, todo el grupo se sentó alrededor de al hoguera, hablando sobre
hombre, caballos y, por primera vez en muchos días, sobre ángeles. Como hacían
siempre antes de acostarse, las Valquirias ataron los pañuelos, sujetaron el largo
cordón formado, y repitieron una vez mas el salmo que hablaba de los ríos de Babilonia
y de las citaras colgadas en los sauces. No podían olvidar, nunca, que eran guerrera.
Terminado el ritual , el silencio descendió sobre el campamento, y todos se
fueron a dormir. Menos Vahalla.
Se aparto un poco del lugar, y permaneció durante mucho rato contemplando la
luna en el cielo. Le pidió al arcángel Miguel que siguiese apareciéndosele, dándole
buenos consejos y ayudándola a mantener su mano firme.
9 9 Tú venciste en las batallas con otros ángeles rezó . enséñame a vencer.
Que yo no disperse este rebaño de ocho personas, para que un día podamos ser
miles. Perdona nuestros errores, y llena mi corazón de entusiasmo. Dame fuerzas
para ser hombre y mujer, dura y suave. Que mi palabra sea tu lanza. Que mi
amor sea tu balanza.»
Hizo la señal de al cruz y permaneció callada, escuchando el aullido de un coyote a
lo lejos. No tenia suelo, y comenzó a pensar un poco en su vida. Recordó la época en la
que era simplemente una funcionaria del Chase Maniatan Bank, en la que su vida se
reducía a su marido ya sus dos hijos.
--- Pero vi a mi--- ángel le dijo al desierto silencioso .
Apareció cubierto de luz, y me pidió que cumpliese esta misión. No me obligo, no hizo
amenazas ni prometió recompensas. Simplemente me lo pidió.
Lo abandono todo al día siguiente y se fue al Mojave.
Comenzó predicando sola, hablando del las puertas abiertas del Paraíso. Su marido
pidió el divorcio, y consiguió la custodia de los niños. No sabia muy bien por qué hacia
aquello, pero siempre que lloraba a causa del dolor y de la soledad, el ángel contaba
historias de otras mujeres que habían aceptado los mensajes de Dios; le hablaba de la
Virgen Maria, de santa Teresa, de Juana de Arco. Decía que todo lo que el mundo
necesitaba eran ejemplos de gente capaz de vivir sus sueños y de luchar por sus ideas.
Permaneció casi un año viviendo cerca de Las Vegas.
Gasto en seguida el poco dinero que había conseguido llevarse, paso hambre y durmió a
la intemperie. Hasta que un día cayo en sus manso una poesía.
Los versos contaban la historia de una santa, Maria Egipcíaca. Viajaba a
Jerusalén, y no tenia dinero para pagar la travesía de un río. El barquero, mirando a
aquella bella mujer que tenia ante el, le dijo que, aunque no dispusiese de dinero, tenia
su cuerpo. Maria Egipcíaca se entrego entonces al barquero. Cuando llego a Jerusalén,
un ángel se le apareció y la bendijo por su gesto, después de su muerte, fue canonizada
por al iglesia, a pesar de que hoy en día casi nadie se recuerda.
Vahalla interpreto la historia como una señal. Predicaba el nombre de Dios
durante el día, y dos veces por semana iba los casinos, seducía a algunos hombres ricos,
y conseguía dinero. Nunca le pregunto a su ángel si estaba actuando correctamente, y el
tampoco dijo nada.
Poco a poco, conducidas por las manos invisibles de otros ángeles, comenzaron
a llegar sus compañeras.
---Falta solo una vuelta ---le dijo de nuevo, en voz alta, al desierto silencioso---.
Falta solo una vuelta para cumplir la misión, y para que yo pueda regresar al mundo. No [ Pobierz całość w formacie PDF ]
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